Este fin de
semana, Jessica Chastain, una de las actrices más trabajadoras de
Hollywood, ha vuelto a la gran pantalla para presentarnos sus dos
últimos proyectos de dos directores muy conocidos y respetados:
Marte, de Ridley Scott y La
Cumbre Escarlata, de Guillermo
del Toro. Dos propuestas muy diferentes en las que Jessica Chastain
demuestra ser muy camaleónica. A continuación, vamos a analizar
ambos films.
Marte
parece haber sido creada únicamente para lucimiento de Matt Damon.
La película es un continuo monólogo de su actor protagonista en el
que de vez en cuando interfieren otros personajes, como el de Jessica
Chastain o Kristen Wiig. Esto es un error, ya que ocasiona que el
largometraje carezca de ritmo y del interés que podría haber
llegado a tener. Se echan de menos más momentos de acción, escenas
de tensión, situaciones tensas o inesperadas. Desde que empieza
Marte, sabes que todo
va a salir bien aunque nadie te haya dicho nada, lo que provoca que
en las dos horas y cuarto de película sepas perfectamente lo que va
a suceder, como si hubieses escrito el guion sin que te hayan pagado
un céntimo por ello. En resumen, un buen trabajo de Matt Damon pero
con escaso interés y sin sentido de la sorpresa.
El
otro film en el que ha aparecido esta semana Jessica Chastain, esta
vez con mucho más protagonismo, es La Cumbre Escarlata,
último largo de Guillermo del
Toro después de la aburrida y simple Pacific Rim. En
esta ocasión, podríamos decir que Del Toro vuelve un poco a sus
orígenes y nos muestra algo más parecido a lo que nos tiene
acostumbrados en su filmografía.
La Cumbre Escarlata es
difícil de definir como género. No sabría decir si se trata de una
película de terror, de romance o de ambas cosas. Lo que sí queda
claro es que estamos ante una gran obra del director mexicano. A
diferencia de Ridley Scott, Guillermo del Toro consigue que el film
tenga un gran ritmo desde el principio y lo mantiene hasta el último
fotograma, sabes que hay algo que ocultan dos de sus personajes pero
no logras adivinar exactamente el qué. El director combina muy bien
las dosis de terror y sustos inesperados con el romance y el engaño,
la pasión y el misterio. Otro acierto es el casting, ya que parece
que a sus tres protagonistas el personaje les viene como anillo al
dedo, como si hubiesen nacido para interpretarlo, resaltando a
Jessica Chastain, haciendo de mala y con un look un poco diferente
del que estamos acostumbrados a verla. Mención especial tiene la
estética y el vestuario de la película, que consigue que te
adentres en ella fácilmente y sin esfuerzo, todo creado con mucha
belleza. Un buen largometraje no tiene siempre que ser minoritario e
independiente. La Cumbre Escarlata
es un ejemplo de que aquello que se ha creado para recaudar dinero y
atraer al espectador se puede realizar con cabeza y con todo lujo de
detalle. Ya sabéis directores de Hollywood, amantes del Blockbuster,
¡Aprended!