jueves, 21 de julio de 2016

Infierno Azul: cómo entretener al espectador sin complicarse la vida

En su último trabajo, el director catalán Jaume Collet-Serra nos trae una historia sencilla, sin complicaciones, y que parece que hemos visto antes. En los 86 minutos de metraje de “Infierno Azul”, te imaginas lo que va a suceder. Sin embargo, el film sorprende gracias a su buena ejecución. Una de las principales razones por las que funciona la cinta es gracias a la entrega de Blake Lively, su protagonista, que deslumbra en la pantalla durante toda la película. Otro factor positivo para el largometraje es su capacidad de conectar con el espectador, haciendo que se adentre en la historia, con muchos momentos de sobresaltos y de intriga por saber si la protagonista logrará sobrevivir al terrible ataque del tiburón.

Antes de entrar a la sala, tenía la duda de si Collet-Serra iba a ser capaz de mantener en tensión al espectador durante una hora y media con una única protagonista y con una historia monotemática. Sin embargo, el director logra hacer una película equilibrada, con muchos sobresaltos y la tensión suficiente para que el espectador no desconecte.
“Infierno Azul” es un filme bastante entretenido e ideal para pasar una buena tarde de verano, aunque no por ello es un buen largometraje. La cinta ofrece lo que promete, no decepciona en absoluto, aunque es una historia bastante simple y que se podría haber resumido en un cortometraje de 15 minutos, puesto que se alarga demasiado la lucha entre la protagonista y el tiburón, y es una película más propia para la televisión que para la pantalla grande.

Los directores y guionistas se esfuerzan cada vez menos, ofreciéndonos situaciones simples y tan vistas como la de “Infierno Azul”, ya que saben que van a funcionar en el espectador. Como he repetido en múltiples ocasiones, es una pena que se trate tan mal al público y que no se le deje disfrutar de historias interesantes y más profundas.

miércoles, 20 de julio de 2016

“Ice Age: El gran cataclismo”: mismas situaciones, mismas resoluciones

La compañía Blue Sky nunca ha sobresalido en el mundo de la animación en cuanto a películas de calidad se refiere, pero en 2002 encontró su seña de identidad con el primer largometraje de “Ice Age”. Descubrieron que la historia funcionaba, que los personajes gustaban al público y que todo el mundo se reía con la ardilla Scrat. Es por eso por lo que este personaje ha ido cobrando cada vez más importancia puesto que, si en el primer filme de la saga aparecía unos minutos, en “Ice Age: El gran cataclismo”, sus apariciones son constantes, aportando los mejores momentos de la cinta y provocando que el espectador suelte algunas carcajadas. 
Realmente, la historia no ha cambiado nada desde la primera película hasta ahora: Scrat mete la pata en los primeros minutos del metraje con tal de conseguir su ansiada bellota y los protagonistas se ven inmersos en un problema que siempre está relacionado con la naturaleza o, en este caso, con la Tierra, y que al final se acaba solucionando. En cada filme se incorporan un par de personajes nuevos para intentar causar una sensación de novedad. 

“Ice Age: El gran cataclismo” es divertida, y está en la línea de sus anteriores entregas, aunque comienza a presentar grietas en su estructura narrativa. No es un largometraje dado a las sorpresas, ya que sabes en todo momento lo que va a suceder, es una cinta hecha con una plantilla y usando la misma escaleta de siempre. Además, para intentar innovar, han decidido sustituir las aventuras de amigos de Manny, Sid y Diego para meter problemas relacionados con la familia y el amor. Esto es un error puesto que, en la nueva entrega, los momentos familiares entre Manny, Ellie, su hija Melocotón y su novio se convierten en los minutos más aburridos del film.
Pese a que logra divertir, la fórmula de Ice Age se ha agotado y Blue Sky debería apostar por cintas más originales y profundas, aunque a todos nos gustaría ver una película protagonizada por Scrat, que es a Blue Sky lo mismo que Los Minions a Illumination Entertainment.

lunes, 11 de julio de 2016

La secuela de Independence Day inaugura los desastrosos blockbuster del verano

El verano es la maravillosa estación del año en la que todos aprovechamos para desconectar nuestro cerebro y relajarnos después de un agotador año. Necesitamos descansar y, cuando la gente va al cine, quiere ver una superproducción de Hollywood o un largometraje que se adecue a las necesidades del público mayoritario. Casi todos los directores, conscientes de esto, deciden poner su cerebro en modo vacaciones durante todo el año para hacer, cada vez, películas peores. Este año, todavía más que otros, para los que amamos el cine está siendo un auténtico desastre, ya que escasean los filmes brillantes y originales y pocas cintas logran el aprobado. Esto se debe, en parte, a que el espectador es poco crítico y ve cualquier cosa, por lo que los directores y productores se relajan mientras tengan la garantía de que van a conseguir una buena recaudación.
La primera secuela desastre de este verano tiene un título, y se llama “Independence Day: Contraataque”. Lo cierto es que la primera parte no era una maravilla, pero resultaba innovadora en aquella época y lo cierto es que lograba ser bastante entretenida. Después de que los extraterrestres arrasaran medio planeta, el director Roland Emmerich vuelve a repetir el mismo esquema añadiendo alguna situación distinta y personajes sin alma. Ninguno logra tener el carisma de Will Smith en la primera entrega. La película es totalmente predecible, ya no juega con ese factor sorpresa. Después de la primera parte de “Independence Day”, se han hecho muchos otros filmes sobre invasiones alienígenas, por lo que es un tema bastante trillado. Además, no tiene tanta acción como los anuncios prometían; es más, si has visto el último tráiler, con unos excesivos 4 minutos y medio de duración, no hace falta que vayas al cine a verla. En muchas ocasiones, el largometraje busca hacerse el divertido añadiendo situaciones que rozan el ridículo y que para nada provocan la risa en el espectador. También, Emmerich ha intentado meter con calzador al máximo de personajes posibles en esta historia, apareciendo demasiadas casualidades muy inverosímiles, como el encuentro entre David Levinson (personaje encarnado por el conocido actor Jeff Goldblum) y su padre.

Espero que, en los dos meses que quedan de verano, podamos ver películas interesantes y originales, con estrenos de cine de autor y de buena calidad. Este deseo no se cumple con la realidad, ya que las próximas semanas todos los estrenos son secuelas o blockbusters que buscan reventar la taquilla. Uno de los pocos filmes que parecen merecer la pena este verano es “Café Society” (2016), la esperada nueva cinta de Woody Allen.
Ahora solo nos queda esperar sentados a que el verano nos dé alguna sorpresa en cuanto a cine se refiere, aunque, visto lo visto, las esperanzas están más que perdidas.


sábado, 9 de julio de 2016

¿Qué le ha pasado a Richard Linklater?

Si ha quedado algo claro a lo largo de estos años, es que todos queremos a Richard Linklater. El autor de la trilogía “Before” (1995-2013) o de “Boyhood” (2014), película que sin duda ha marcado la historia del cine, ha estrenado este año el largometraje “Todos queremos algo”. Según ha señalado el director, esta podría considerarse como una continuación de “Boyhood”, ya que su nueva cinta empieza donde la otra acababa. “Todos queremos algo” busca adentrarse en aquella vida universitaria de los años 80, marcada por las fiestas y el béisbol.

El principal problema del film radica en su falta de originalidad, ya que Linklater ha decidido no arriesgar nada en esta ocasión, teniendo como resultado otro largometraje más de la época universitaria, una del montón y que, si no hubiese sido realizada por Linklater, probablemente nunca hubiese llegado a las salas españolas ni sabríamos de su existencia. La cinta no aporta nada nuevo, tiene un argumento muy simple y que no profundiza para nada en ninguno de los personajes, carece de un guion elaborado, ya que se limita a mostrar como unos universitarios jugadores de béisbol solo piensan en emborracharse, fumar y conocer a chicas. El largometraje podría haberse adentrado mucho más en esta interesante y complicada vida universitaria, centrándose en otros temas que aparecen en esta etapa. Visualmente, la película es agradable, desprende un aroma ochentero de lo más rockero y divertido. Sin embargo, considero que esto es lo único positivo que encontramos en el que posiblemente es el peor filme de Linklater. Además, si no te gusta el béisbol lo vas a pasar mal, puesto que “Todos queremos algo” hace mucha referencia a este deporte, haciéndose muy largas las secuencias en las que se ven a los protagonistas entrenando y hablando sobre esta actividad.

Espero que este solo haya sido un desliz en la carrera de Linklater y en su próximo trabajo vuelva a brillar como siempre, ya que a un director que ha hecho obras maestras como “Boyhood”, no se le puede permitir semejante catástrofe.

viernes, 1 de julio de 2016

Pixar ha encontrado la luz gracias a “Buscando a Dory”, uno de los personajes más queridos de la historia de la animación.

Últimamente, Pixar no estaba viviendo un buen momento. Desde que se estrenó la secuela de Cars en 2011, la empresa de animación comenzó su decadencia en cuanto a guiones originales se refiere, entregándonos las peores películas de su catálogo, a excepción de la correcta pero compleja “Del Revés” (2015). Pixar estaba perdiendo su originalidad, sus ganas de emocionar y de hacer filmes originales. A pesar de que, para muchos, “Buscando a Nemo” (2002) es la mejor película de la compañía, para mi gusto está muy sobrevalorada, llegando en muchas ocasiones a aburrir y a ser muy cargante, por lo que considero que largometrajes como “Los Increíbles” (2004) “Up” (2009) o la saga “Toy Story” son bastante superiores. 
Tenía una bastante mala impresión con “Buscando a Dory” (2016); sin embargo, estaba bastante equivocado. La película arranca con un clímax conmovedor en el que podremos ver a una adorable Dory de pequeña, y como esta perdió a sus padres. A lo largo del largometraje, Pixar recurre a lo que mejor sabe hacer: emocionar al espectador a través de recuerdos del pez azul que le ayudarán a emprender un gran viaje para intentar encontrar a su familia. El filme habla de la superación, de como un pez con una discapacidad, en este caso con pérdidas de memoria a corto plazo, intenta hacer todo lo posible para lograr su objetivo. El tramo final de la película es puro Pixar, recordando mucho a la huida del aeropuerto de “Toy Story 2” (1999). 

El resultado es un largometraje divertido y muy emocionante. Si la primera parte marcó tu infancia, seguro que está hará que, por un par de horas, saquéis al niño que todos llevamos dentro. Además, no podéis perderos “Piper”, el cortometraje que acompaña a la película, ya que la animación es absolutamente perfecta (la playa parece de verdad) y hará que te rías y que saques una lagrimilla antes de que empiece “Buscando a Dory”.