El verano es la maravillosa
estación del año en la que todos aprovechamos para desconectar nuestro cerebro
y relajarnos después de un agotador año. Necesitamos descansar y, cuando la
gente va al cine, quiere ver una superproducción de Hollywood o un largometraje
que se adecue a las necesidades del público mayoritario. Casi todos los directores,
conscientes de esto, deciden poner su cerebro en modo vacaciones durante todo
el año para hacer, cada vez, películas peores. Este año, todavía más que otros,
para los que amamos el cine está siendo un auténtico desastre, ya que escasean
los filmes brillantes y originales y pocas cintas logran el aprobado. Esto se
debe, en parte, a que el espectador es poco crítico y ve cualquier cosa, por lo
que los directores y productores se relajan mientras tengan la garantía de que
van a conseguir una buena recaudación.
La primera secuela desastre de
este verano tiene un título, y se llama “Independence Day: Contraataque”. Lo cierto
es que la primera parte no era una maravilla, pero resultaba innovadora en
aquella época y lo cierto es que lograba ser bastante entretenida. Después de
que los extraterrestres arrasaran medio planeta, el director Roland Emmerich
vuelve a repetir el mismo esquema añadiendo alguna situación distinta y
personajes sin alma. Ninguno logra tener el carisma de Will Smith en la primera
entrega. La película es totalmente predecible, ya no juega con ese factor
sorpresa. Después de la primera parte de “Independence Day”, se han hecho
muchos otros filmes sobre invasiones alienígenas, por lo que es un tema
bastante trillado. Además, no tiene tanta acción como los anuncios prometían;
es más, si has visto el último tráiler, con unos excesivos 4 minutos y medio de
duración, no hace falta que vayas al cine a verla. En muchas ocasiones, el
largometraje busca hacerse el divertido añadiendo situaciones que rozan el
ridículo y que para nada provocan la risa en el espectador. También, Emmerich
ha intentado meter con calzador al máximo de personajes posibles en esta
historia, apareciendo demasiadas casualidades muy inverosímiles, como el encuentro
entre David Levinson (personaje encarnado por el conocido actor Jeff Goldblum)
y su padre.
Espero que, en los dos meses que
quedan de verano, podamos ver películas interesantes y originales, con estrenos
de cine de autor y de buena calidad. Este deseo no se cumple con la realidad,
ya que las próximas semanas todos los estrenos son secuelas o blockbusters que
buscan reventar la taquilla. Uno de los pocos filmes que parecen merecer la
pena este verano es “Café Society” (2016), la esperada nueva cinta de Woody
Allen.
Ahora solo nos queda esperar
sentados a que el verano nos dé alguna sorpresa en cuanto a cine se refiere,
aunque, visto lo visto, las esperanzas están más que perdidas.
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