Los
franceses se caracterizan, entre otras cosas, por hacer buen cine. Sin embargo,
no tienen fama de poseer sentido del humor, y eso se nota en la mayoría de sus largometrajes de comedia.
Intentan hacerse los graciosos pero, en lugar de conseguirlo, producen muchas
veces vergüenza ajena, tal y como ha ocurrido con cintas como Bienvenidos al Norte o Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho? Sin
embargo, siempre hay excepciones, largometrajes que parecen romper con esta
maldición y que lanzan esperanzas al género, como es el caso de La última locura de Claire Darling.
La
cinta, dirigida por Julie Bertucelli, encargada de Desde que Otar se marchó (2003) y El árbol (2010), ambas enmarcadas en el género dramático, se atreve
ahora en La última locura de Claire Darling apostar por la comedia. Para
ello, se vale de Catherine Deneuve, sin duda una de las mejores actrices del
panorama cinematográfico francés.
Foto: filmaffinity.com
La
película, que supone la adaptación de la
novela estadounidense Faith Bass
Darling´s Last Garage Sale, de Lynda Rutledge, se desarrolla en
Verderonne, pequeño pueblo de Oise, cerca de París, donde es el primer día del
verano y Claire Darling se despierta convencida de que es su último día con
vida. Es por esto por lo que decide vaciar su casa y hacer un mercadillo. Estos
objetos tan amados reflejan lo que ha sido una vida trágica y resplandeciente.
Esta última locura de Claire provocará el regreso de su hija Marie, a quien no
veía desde hacía 20 años.
En
pantalla hay presencias que quedan muy
por encima de sus personajes o la identidad de sus actores o actrices. Esto
es lo que vemos en Catherine Deneuve. La actriz deambula en el film por una
mansión familiar deshabitada salvo por las motas de polvo, infinidad de
cachivaches relojeros y una tonelada de recuerdos amontonados en cada rincón.
Otro
de los grandes aciertos de La última locura de Claire Darling es el
trabajo de la directora de fotografía Irina Lubtchansky quien, con un
cambio de luz, hace convivir en el mismo plano el tiempo presente, remembranzas
y anhelos del porvenir. Los personajes se relacionan por medio de los objetos
(un anillo, un reloj, una pintura, unos autómatas), el pasado y el presente se
confunden en sus cabezas e, incluso, hacen acto de presencia física fantasmas
del pasado. Bertuccelli mantiene el toque animista y el interés por las
relaciones familiares presentes en su anterior trabajo, El árbol.
El realismo mágico es un buen recurso
para endulzar historias trágicas, algo en lo que Julie Bertuccelli recurre en
esta obra. La propuesta recuerda a la maravillosa La ventana, aunque con un suave alivio
cómico. Estamos ante una de esas películas en las que parece que no pasa nada
pero en las que ocurren muchas cosas.
A
través de la inspiradora música de Olivier Daviaud, el espectador se meterá en escena y en el clima tan agradable que plantea.
En definitiva, en La última locura de
Claire Darling, Bertuccelli une a Catherine Deneuve y su hija, Chiara
Mastroianni, en una cinta donde la octogenaria Claire Darling decide hacer una
venta de todas las cosas que pueblan su enorme casa en la campiña. Su hija, una
vieja amiga de ambas y el cura de la localidad, terminan visitando a una mujer
que, sin motivo aparente, parece haber perdido la razón al anticipar su final.
Una película adorable donde el presente y el pasado conviven de una manera hermosa,
tratado a través de una delicadeza exquisita.
Valoración:
3,5/5
Lo mejor: Las
escenas de los personajes como testigos de su pasado
Lo peor: Un
final que no está en consonancia con la armonía que caracteriza al resto del
relato