Con El hijo de Saúl (2015),
su primer largometraje, László
Nemes demostró ser un cineasta que tenía las ideas muy claras y
que no tenía miedo a ser explícito, ya que era muy contundente y con un
desgarro y una fuerza que nos dejaba petrificados en la butaca a no ser que
hubiéramos tenido que abandonarla por exceso de realismo.
En Atardecer sigue esta línea de
película ambientada en una época concreta y se traslada a 1913, cuando Irisz
Leiter llega a Budapest con 20 años después de pasar su infancia en un
orfanato. Leiter tiene la esperanza de trabajar como sombrerera en la antigua
tienda de sombreros de sus padres biológicos, pero su antiguo propietario la
rechaza.
Foto: filmaffinity.com
Los
escenarios de Atardecer son de una belleza y suntuosidad
desbordantes, con una actuación espléndida y desgarradora de
Juli Jakab. Visualmente es preciosa pero genera
mucha confusión y demasiado caos, sin coherencia ni equilibrio.
Su problema es que la historia no tiene ningún interés como para sostenerse
durante sus más de 140 minutos, y está contada de una forma en la que el
espectador no se entenderá de nada.
La
nueva obra de László Nemes no
logra remover conciencias. Intenta, sin éxito, repetir los
mismos recursos visuales que en El
hijo de Saúl, pero esta obra no tiene ni la mitad de fuerza.
Nada de lo que sucede es relevante y sus casi dos horas y media de metraje son
muy excesivas para no haber contado apenas nada. Una desconexión ante un
personaje que no tiene interés dramático. Su estilo visual convence pero todo
lo que hay detrás no, lo que demuestra que una historia sólida es fundamental
para que una cinta funcione
Valoración: 2/5
Lo mejor: Su estética y
la entrega de Juli Jakab, la actriz protagonista
Lo peor: La historia no interesa lo más mínimo
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