“Últimos días en la Habana” es
una película que está narrada como si de
un documental se tratase. Relata y refleja con total sinceridad y verdad la
realidad de la sociedad cubana.
El director de “Suite Habana” nos regala una historia que nos recuerda
mucho al largometraje “Fresa y chocolate”. La cinta cuenta la historia de
Diego, un enfermo de sida que está en sus últimos días de vida, y Miguel, su
amigo de la infancia. Dos personajes contrapuestos que sirven perfectamente
para relatar que la amistad no entiende de barreras y que siempre hay que luchar para conseguir lo que uno se proponga.
“Últimos días en la Habana”
cuenta con mucha ironía la situación de la sociedad mientras que la cámara muestra
una realidad indeseada por su director y por la mayor parte de las personas.
La película es algo irregular en su ritmo, contando con escenas muy
buenas y con otras un poco aburridas, aunque su resultado final es un metraje
con muchas más virtudes que defectos.
“Últimos días en la Habana” cuenta con dos brillantes interpretaciones:
la de Patricio Wood y, sobre todo, la de Jorge Martínez, que es un homenaje
homosexual a la brillante “Fresa y chocolate”. El largometraje reivindica muchas cosas, habla sobre la dureza de ser
homosexual en un determinado país y cómo dos personajes que se han pasado
toda la vida luchando han acabado, de una manera u otra, en una miseria
injustificada y totalmente inmerecida.
En definitiva, un film para enamorados de la Habana que
quieran conocer la realidad más absoluta de un país bello oscurecido por la
dureza que sufre su sociedad.
Valoración: 3,5/5
Lo mejor: la vitalista interpretación de Jorge Martínez y el duro
retrato que hace de la ciudad de la Habana
Lo peor: Es un film con muchas irregularidades y su interés decae
en bastantes momentos
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